Peso mínimo de faena: otro paso hacia la normalización del sector
El mecanismo vigente desde 2006 carecía de sustento técnico y nunca logró el impulso de la producción que se proponía. En cambio, generó distorsiones, fomentado prácticas irregulares. Los otros pendientes para la ganadería. Por Miguel Gorelik.
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Esta semana, la Secretaría de Agricultura publicó la Resolución 98/2025 que deroga todo el régimen montado desde 2006 que, con sus cambios a lo largo del tiempo, impedía la faena de animales por debajo de cierto peso. Según la última modificación realizada en 2019, en el caso de los machos, las reses no podían pesar menos de 165 kg, mientras que para las hembras el mínimo aceptado era 140 kg.
Su origen fue contemporáneo a una serie de medidas que tendían a controlar al sector de ganados y carnes, caracterizadas por un pobre conocimiento de su funcionamiento.
Precios “acordados” para la carne, restricciones y prohibiciones llanas para las exportaciones, cupos para exportar, entrega compulsiva de carne a precios inventados (baratas), stocks de seguridad o encajes en los frigoríficos en función de sus ventas al exterior y una larga lista de etcéteras.
Entre ellas se contó la restricción para faenar animales por debajo de cierto peso, en la falsa idea de que eso iba a frenar la matanza de terneros e iba a impulsar la producción. Hubo gente, incluso del sector agropecuario, que llegó a hablar de ternericidio.
Se trata de una medida que no existe en ningún país que tenga una ganadería de cierta importancia.
Es más, el mercado de carne de animales muy jóvenes constituye una delicatessen en diversos países, como en Europa, sin que ello signifique un riesgo para la ganadería.
Además, como era una regulación que sólo se podía comprobar después de la faena, se prestaba a todo tipo de maniobras y corruptelas.
La experiencia muestra, claramente, que eso no facilitó el despegue productivo de la carne en el país.
En buena hora se ha eliminado este mecanismo en la Argentina, aunque llama la atención que se mantenga su vigencia hasta fin de año, ya que la medida regirá a partir del próximo 1º de enero. Se dice que todo perfecto no puede ser.
De todas formas, cabe destacar que constituye otro paso hacia la normalización del sector, como la derogación de todas las trabas para exportar, dictada a inicios del nuevo gobierno.
En términos más generales, la baja de la inflación y la fuerte reducción de la brecha cambiaria, que habrá que completar cuando se pueda, son otras acciones en esa línea.
La eliminación de los derechos de exportación de la carne de vaca fue otra medida positiva, aunque no carece de polémica, ya que la discriminación entre ésta y la de las demás categorías es algo que puede ser nocivo a largo plazo. La eliminación total de este impuesto a la exportación es una cuenta pendiente.
Por supuesto que quedan objetivos más generales a remover, como la actual estructura impositiva, las diferencias en materia tributaria en el sector, en el que la mayoría de las carnicerías se registra como monotributista, en una situación indefendible que contagia hacia arriba el apartamiento a la competencia justa.
También queda pendiente un mejor control sanitario de la distribución de carne, entre otros temas.
Pero no hay dudas de que esta eliminación del peso mínimo de faena significa un nuevo paso en la dirección correcta y así resulta bienvenido.
Por Lic. Miguel Gorelik, Director de Valor Carne