Del destete al feedlot, cómo minimizar pérdidas

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Preacondicionar el ternero en el campo de cría para paliar el estrés, así como planificar la recepción y aclimatación al nuevo ambiente durante al menos 21 días, es clave para el resultado del novillo terminado. Por qué no se le presta la debida atención en el país, según veterinarios privados. Tips para criadores y engordadores.

Los sistemas de feedlot son muy vulnerables al manejo entre el destete y los primeros 21-28 días de engorde. Los MV Santiago Bas, ex profesor de la Universidad de Ohio, y Alejandro Caviglia, técnicos de la firma Cladán S.A., analizan la problemática y hacen una puesta a punto de los conocimientos para enfrentar exitosamente el período crítico de la ganadería intensiva.

¿Qué pasa durante el destete? “Los terneros están al pie de la madre, conocen la pastura, el medio social y de pronto se enfrentan a situaciones y manejos estresantes”, planteó Bas. Los destetan, los vacunan y los suben al camión para ir a una feria donde se mezclan con otros animales o van directamente al corral de engorde.

“Cuando llegan no están familiarizados con los comederos ni con los bebederos y muchas veces no se hidratan ni se alimentan bien durante los primeros días”, explicó. Y agregó: “es por eso, que en las semanas iniciales de estadía en el feedlot se desencadenan gran parte de las enfermedades, sobre todo respiratorias, y se observa mortandad, lo cual ocasiona pérdidas productivas y económicas”.

Para abordar esta problemática, en los años ’60, en Ohio, EE.UU., se desarrolló una estrategia basada en el manejo respetuoso del bienestar animal. “El preacondicionamiento es una práctica que busca preparar a los terneros para enfrentar el destete y la transición hacia nuevas etapas, minimizando el estrés y las enfermedades asociadas”, apuntó.

El animal destetado permanece en el campo de cría, dentro de un corral, unos 30 a 45 días antes de ir al corral de engorde. “Ahí se desparasita, se descorna, se castra, se vacuna, y se entrena para que aprenda a comer de un comedero y a beber de bebedero. De esta manera, se logran una mejor adaptación al feedlot”, planteó.

¿Cuál es el beneficio para el criador? “En principio, vende el ternero con un mayor peso porque pastorea unos días más. Y si el engordador recibe animales bien preparados es muy probable que le vuelva a comprar, incluso con un precio diferencial”, aseguró Bas, agregando “que de cualquier modo, es necesario evaluar el impacto económico a la hora de implementar esta estrategia”.

“En la empresa, somos ocho los técnicos que asesoramos establecimientos de Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y otras provincias. Y los criadores nos dicen que el preacondicionamiento tienen su costo y no se logra monetizar, aun cuando los feedlots buscan buenos proveedores, que brinden animales de calidad”, intercedió Caviglia.

Consejos para engordadores

Así las cosas, los terneros salidos del pie de la madre o de la feria llegan a un lugar nuevo, con otras instalaciones, compañeros diferentes y comida desconocida. “En estas condiciones, para un engorde de 100 días, el período de recepción-adaptación demanda un mínimo de 21 días, lo cual tiene sus fundamentos científicos”, planteó Caviglia, detallando que esos tiempos incluyen la aclimatación al ambiente y los cambios a nivel ruminal y hepático.


El primer consejo es que ingresen en horas del día. “Se ha observado que los terneros que llegan por la noche están en alerta hasta el otro día, en que pueden ver dónde se encuentran. En cambio, los que lo hacen a la mañana tienen todo el día para reconocer el lugar y empezar a adaptarse”, indicó.

“Es muy probable que aquel animal que no se alimenta bien durante las primeras 24/48 hs, se enferme”, advirtió. Por eso, el momento de carga debería acomodarse para que lleguen temprano, cuanto antes mejor, de modo que vean dónde está el bebedero y el comedero rápidamente.

A su arribo, deben contar con agua en abundancia y de buena calidad, así como disponer del mejor heno, en corrales amplios. “Los terneros ya conocen el pasto y empezarán a comer enseguida. Es crucial que se rehidraten rápidamente ya que durante el transporte pierden agua y nutrientes lo que sumado al estrés afecta su sistema inmune”, alertó.

En este sentido, se ha observado que, en trayectos prolongados, el desbaste puede alcanzar entre el 4% y 8% del peso. “La pérdida de líquidos, no solo proviene del tracto digestivo y urinario, sino también de los tejidos y del contenido intracelular, que es lo más difícil de recuperar. En este punto es donde nosotros, como empresa de nutrición, podemos contribuir con aditivos que contienen minerales y vitaminas”, explicó Caviglia.

“El aporte de vitamina A, D, E y B1, así como de macro y micro minerales, que contienen esos suplementos, es fundamental para reponer rápidamente los nutrientes perdidos y fortalecer el sistema inmune”, apuntó.

En cuanto a la adaptación del rumen, que implica pasar de una dieta fibrosa a otra con mayor contenido de almidón, es conveniente realizarla de manera gradual para ir adaptando sus poblaciones bacterianas.

Esta transición implica armar en lo posible dos o tres dietas diferentes: desde la inicial con 60% de forraje y 40 % de concentrado -entre granos, subproductos y demás- hasta la de terminación, con 10% y 90 % de forraje y concentrado, respectivamente.

“Ahí, la cuestión es que se requiere un protocolo operativo para el patio de comidas. Y muchas veces, se piensa más en la dieta de terminación y se pierde el foco en los ingredientes y suplementos que requiere la adaptación”, subrayó Caviglia, aludiendo a que, si bien la primera es relativamente más costosa, es determinante para la performance durante todo el ciclo productivo.

Además de los cambios en la flora ruminal, la mucosa del rumen debe aumentar su capacidad de absorción de ácidos grasos volátiles y adaptarse al nuevo perfil de los mismos, que ocurre por los cambios de la dieta.

“Esto implica que las miles de papilas que recubren el rumen aumenten su superficie para ser más eficientes ante la mayor velocidad de pasaje de altas ingestas de concentrados. Todo este proceso, o sea, la adaptación de la flora y la pared ruminal demanda entre 10 y 12 días”, destacó.

¿Y la adaptación hepática? Es un órgano fundamental en el metabolismo de los ácidos grasos volátiles producidos en el rumen, sobre todo el propiónico, que es la principal fuente de energía para el bovino. “Esta adaptación hepática puede llevar más tiempo que la ruminal, estamos hablando de hasta 15 días”, puntualizó.

También hay que considerar que el animal llega a su consumo máximo entre el día 12 y 15, desde que comienza la ingesta de concentrados. “Entonces se entiende el porqué de esos 21 días mínimos, que cubren todos los procesos de adaptación del animal que impactarán en el resultado final”, subrayó Caviglia.

Otro punto importante al momento del ingreso es la clasificación de la tropa. “Hay que ver si es de alto, medio o bajo riesgo para darle un tratamiento diferencial durante la adaptación. Eso depende del origen, si viene del campo o de una feria, el tiempo de transporte, el peso de ingreso, la condición corporal, entre otros”, describió.

Para finalizar, Caviglia se refirió al grado de adopción de estas prácticas en el país. “Los feedlots de escala, de hotelería, cuentan con sistemas de gestión y las tienen protocolizadas. Pero más de la mitad de los engordes son pequeños y medianos, y no llevan registros o si lo hacen por lo general solo toman pesos y mortandad. No miden el costo del kilo producido para saber si ganaron o perdieron plata con ese ternero”, aseveró.

Y concluyó: “El margen de mejora es amplio, hay conocimiento y formulaciones específicas para este período crítico del animal, pero tenemos que saber de dónde partimos”.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne


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