¿Cómo se prepara Australia para tener pasto en sequías?

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Un programa desarrolla forrajeras para una región donde la disminución de las precipitaciones está convirtiendo zonas ganaderas en marginales. La iniciativa “Feed 365” que busca producir pasto todo el año a pesar de las lluvias estacionales y el lanzamiento de “Tedera” que logra muy buena respuesta animal en los meses críticos, algunos de los puntos expuestos en el Congreso de AAPA.

El Ing. Agr. Daniel Real, oriundo de Uruguay, lidera un programa de investigación del Gobierno de Western Australia para el mejoramiento genético de forrajeras. En esta región, casi un tercio del territorio nacional, han disminuido las lluvias en los últimos 100 años, transformándola en áreas marginales para la ganadería, con años secos cada vez más frecuentes.

En este contexto, durante el 45º Congreso Argentino de Producción Animal (AAPA) realizado recientemente, el científico explicó cómo desarrollaron “Tedera” una leguminosa perenne lanzada al mercado en 2019, capaz de lograr buena respuesta animal en la estación menos lluviosa y estrella de la iniciativa “Feed 365”, que busca contar con forraje verde durante todo el año en una zona donde la principal limitante es el agua.

¿Cómo trabajan? El país es uno de los principales productores de carne del mundo, por eso conocer el “caso de Western Australia”, aunque la región aporta una parte menor de esa producción, resulta de gran interés en medio de una sequía que lleva tres años afectando a la ganadería argentina. Hoy, desde Valor Carne, reproducimos los aspectos centrales del programa, un ejemplo de cómo el trabajo interinstitucional permite brindar soluciones a los ganaderos.

La cara seca de Australia

En Western Australia los climas van desde tropicales en el norte a mediterráneos en el sur. “Ahí, estamos trabajando junto con una treintena de investigadores de distintas universidades y organizaciones, en la mejora de forrajeras, para adaptarlas a climas futuros, en base a predicciones a 2030-2050 e incluso dentro de cien años”, dijo Real. Y aclaró: “desarrollar una nueva variedad toma unos diez años y diseñar el paquete tecnológico para usarla con animales, otro tanto, entonces no podemos esperar a ver los efectos del cambio climático”

Seguidamente, mostró los cambios de las precipitaciones en el pasado que, de alguna manera, marcan la tendencia de lo que vendrá. “En el mapa se ve cómo eran las lluvias de 1910 a 1999 y cómo se han corrido las isohietas (líneas verdes), por ejemplo, la de 225mm/año, según indican las flechas negras. Hacia el este, está lloviendo menos, es una superficie enorme, por eso trabajamos para poder producir en el nuevo escenario”, planteó.

Tedera, la estrella

El programa de leguminosas perennes para el suroeste, el área más productiva, se inició en el año 2000 y recién ahora está llegando al mercado con materiales promisorios.

“Se colectaron especies de distintos lugares del mundo, con climas similares a los nuestros, se trajeron desde bancos de germoplasma y se desarrollaron rizobios específicos para cada una. Luego se hicieron ensayos en New South Wales, South Australia, Victoria y Western Australia y se midió su desempeño”, recordó Real.

¿Qué especies priorizaron? “Las que permitieran mejorar los sistemas productivos. En los climas mediterráneos, con lluvia estacional de invierno y primavera, y seca en verano y otoño, obviamente, el momento en que hay menos forraje es marzo-abril-mayo. Por eso, buscamos las más tolerantes a la sequía y que pudieran mantener el pasto verde en esos períodos”, indicó. Así, se seleccionó “Tedera” (Bituminaria bituminosa), una especie originaria de Islas Canarias, que se domesticó en Australia.

“Tedera, por ejemplo, puede crecer cuando las especies anuales están germinando y no podemos pastorearlas; ni siquiera podemos aprovechar los cultivos agrícolas porque están recién sembrados”, justificó. Asimismo, presenta buen desempeño en el verano- otoño “cuando se están pastoreando rastrojos o verdeos que, si bien se hacen, son muy dependientes de la lluvia fuera de estación”.

“Lanza® es el primer cultivar de Tedera, de ahí cosechamos semilla para multiplicar y ahora es una variedad comercial”, indicó, señalando la foto donde están los productores, dueños del campo, la ministra de Agricultura y un representante de Meat & Livestock Australia (MLA), el organismo financiador.

“No fue el trabajo de una sola persona. Se armó un equipo de una treintena de investigadores, entre fitomejoradores y especialistas en temas moleculares, bioquímicos y producción animal. Y hubo colaboradores de otras partes de Australia y del exterior, España, Italia, Portugal, Grecia, Túnez y Marruecos. Tedera ha sido un proyecto muy grande, de muchos años”, reiteró, detallando que se han publicado más de 30 artículos científicos. “En 2023, saldrá un libro para que los productores conozcan en qué ambientes pueden sembrarla y cómo manejarla para maximizar el beneficio económico”, anunció.

Mas allá de esta innovación, están avanzando en el mejoramiento de gramíneas anuales, como triticale y centeno, en colaboración con la Universidad de Florida, EEUU.

“Nuestros suelos son arenosos, ácidos, de baja fertilidad y a eso se le suma la escasa lluvia. Entonces, las leguminosas anuales rinden muy poco, y el centeno y el triticale, son los cultivos más productivos, pero no se utilizan como forrajeras en Australia. Por eso fueron seleccionados para adaptarlos a las nuevas áreas marginales”, argumentó.

En el noroeste

En esta zona se está trabajando con Leucaena, una leguminosa tropical que los productores usan en otras regiones de Australia, desde hace años.

“El problema es que es una especie invasora y podría transformarse en una maleza en Western Australia. Por eso, no está permitido sembrarla en campos arrendados al estado, aquí hay muchos, en las áreas más marginales, son enormes, de medio millón a un millón de hectáreas”, contó.

¿Cómo lo solucionaron? “Creamos una especie estéril de Leucaena, que es triploide, para que no produzca semilla, algo que se venía haciendo en Hawái e India, pero para producir madera. La nuestra es para forraje de alta calidad y tiene potencial para reducir las emisiones de metano del ganado”, indicó.

Feed 365

El equipo de investigadores está trabajando en un proyecto llamado Feed 365, para producir forraje verde todo el año, una cuestión clave en Western Australia porque sólo llueve de 3 meses a 9 meses y el resto es seco o con lluvias esporádicas, difíciles de planear.

Para ello, están evaluando 69 especies y 93 variedades, entre leguminosas y gramíneas perennes y anuales, plantas nativas, cultivos de verano y arbustos. “Buscamos la mejor opción dentro de cada estación o dentro del sistema productivo, apoyándonos en un modelo bioeconómico que permiten optimizar la mezcla forrajera para producir kilos de carne”, explicó Real.

 

¿Cómo las evalúan? “Medimos la biomasa y la respuesta animal, en la experimental y en campos de productores”, afirmó. Cada parcela tiene media hectárea y los ovinos pastorean entre 3 y 6 semanas, asignándose 4kg de MS/cab/día para poder comparar las alternativas, haciendo directamente el seguimiento de las ganancias de peso.

“En uno de los sitios, al suroeste, se ensayaron especies perennes como mijo, tréboles, mezclas forrajeras tradicionales y Tedera. Y en abril- mayo (cuando hay más escasez de forraje en el sistema) la ganancia de peso en ovinos fue de 130 g/cab/día, con una pastura de alfalfa, achicoria y dactylis, y de 200 g/cab/día con “Tedera”, la forrajera que lanzamos hace poco”, subrayó.

Para finalizar, Real destacó que el objetivo en Western Australia es respaldar a los productores mejorando especies para que estén adaptadas a los climas futuros. “La tendencia marca que disminuirán las precipitaciones y se darán en forma más errática, caerá menos agua en la estación lluviosa y más fuera de la misma. Eso puede ser útil para las especies perennes, pero perjudicial para las anuales, si no están adaptadas”, pronosticó. Por eso, desde Feed 365, “estamos desarrollando paquetes tecnológicos para optimizar la producción animal con forrajes nuevos y tradicionales, y lograr sistemas más resilientes al cambio climático” finalizó.

Por: Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Editora de Valor Carne


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