Hicieron inteligencia en sanidad y potenciaron el negocio
Tras lograr una buena oferta forrajera, pasaron de aplicar un plan sanitario básico a otro hecho a medida para sus rodeos, con diagnósticos de laboratorio y una línea completa de vacunas. Grandes y pequeños productores cuentan cómo mejoraron sus índices reproductivos, aún en sequía. “Sin sanidad la comida no rinde”, aseguran.
Fabián Bermann tiene un campo en Ing. Luiggi, La Pampa, donde su abuelo inició la ganadería en los años’40 y, ante el avance de agricultura, dejó atrás el ciclo completo para ser un criador puro. Con el nuevo modelo, pudo destinar alfalfas, verdeos y sorgos a sus vacas Angus, negras y coloradas, entre 450 y 500, más las vaquillonas, y hasta suplementarlas con maíces, asegurándoles buena disponibilidad forrajera, un tema crucial en tiempos de sequía. Sin embargo, en diálogo con Valor Carne, explicó que hay otros pilares claves para que su negocio rinda.
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“Sincronizamos los celos y hacemos un servicio corto de 60-70 días. Para nuestro planteo sería imposible prolongarlo a 90 días, tenemos al contratista esperando para sembrar. Además, con este manejo, logramos 92-96% de preñez y arriba del 70% de terneros nacidos en el primer mes de pariciones”, contó Bermann, agregando que el promedio histórico de destete alcanza al 91- 93%, lo cual les permite estabilizar las ventas.
“Los terneros machos salen enteros, con 80-110 kg, los compradores los terminan como MEJ. Y las hembras, tras seleccionar la reposición, también se venden con ese peso, necesitamos darle espacio a la agricultura y algunos las recrían para madres”, comentó, argumentando que a los clientes les interesan sus animales porque “están bien criados y son sanos”.
En este aspecto, el establecimiento también tuvo avances importantes. “Nuestro veterinario, que nos asesora desde hace 25 años, elaboraba un plan sanitario normal. Pero aparecían hechos que nos excedían, por ahí un ternero que nacía muerto, un aborto espontáneo. El encargado los detectaba al hacer la recorrida, dos veces por día”, recordó.
Por eso, acudieron al Centro Diagnóstico Veterinario de CDV. “Vinieron al campo, tomaron muestras y encontraron alguna vaca positiva a IBR, muy pocas. Ya usábamos las vacunas del laboratorio, pero había cepas nuevas, que dieron lugar a investigaciones”, aseveró.
Con el diagnóstico en mano, se hicieron modificaciones al plan sanitario tales como acortamiento de períodos entre inmunizaciones, acercamiento de las mismas al momento de los partos y refuerzos en vacunas reproductivas.
“El trabajo es conjunto con nuestro veterinario. Esto es muy importante para el productor, que no haya diferencias entre asesores”, indicó Bermann. ¿Qué hacen con las positivas a IBR? “Es complicado tomar medias porque, en nuestro caso, la vaca se veía sana, estaba alimentando a su ternero y se había preñado otra vez. Y ahí, se nota el trabajo en equipo, que es muy fino porque los indicadores del rodeo funcionan y, por lo pronto, se le hace un seguimiento especial. La decisión empresarial también es clave: a la larga, será su última parición, se irá del campo”, advirtió.
Para finalizar, Bermann resaltó que, en su “Estancia El 25”, nombre de la firma, invierten mucho capital para que las vacas tengan las mejores oportunidades. “Comen bien, pero sin un buen manejo sanitario la alimentación no rinde, es como la cubierta de un auto, tienen que estar todas las tuercas ajustadas”, subrayó.
A lo grande
Otro caso donde la “sanidad inteligente” está contribuyendo fuerte al resultado es el de Posavina S.A, una empresa con 50 años de trayectoria, con campos en Tandil y Rauch, Buenos Aires, donde tienen una cabaña Angus, hacen cría -con un total de seis mil madres- y terminan 1700-1800 novillos propios y otros 500- 1000 de compra.
“Antes la ganadería era más tradicional, con menos suplementación y una sanidad muy básica. Hace unos 10 años, hicimos cambios importantes: bajamos un poco de carga, empezamos a hacer más comida, ajustamos la nutrición e intensificamos los controles sanitarios. El objetivo es mejorar los índices reproductivos y en recría y engorde, aumentar las ganancias individuales”, planteó Néstor Tursi, administrador de la firma.
¿Avances? “El índice de preñez, por ejemplo, andaba en 88% promedio y cuando había sequías o inundaciones, sobre todo en la Cuenca del Salado, caía aún más bajo. Entonces, nos pusimos como meta que la preñez no debería ser menor al 95%. Aún no lo hemos logrando, en un campo estamos entre 92 y 95% y en el otro, donde hemos tenido algunos problemas sanitarios, que ya estamos dejando atrás, oscilamos entre 91-92%”, afirmó.
¿Esto parámetros se mantuvieron en la actual sequía? “Sí, a pesar de la poca producción de pasto, contábamos con muchas reservas y la condición corporal de las vacas casi no cayó, ni siquiera en lactancia, hemos podido mantenerla en 4, en una escala de 1 a 5, eso es muy importante”, respondió.
Para Tursi, otra clave para mejorar la preñez fueron los controles sanitarios, sobre todo de enfermedades venéreas, que aparecieron en uno de los campos.
“Desde hace unos años formulamos el plan sanitario con el apoyo de CDV, nos pusimos de acuerdo entre lo que queríamos nosotros y las sugerencias de ellos”, indicó.
“Nos ayudaron a detectar qué problemas teníamos, venían al campo, hacían los análisis y nos aconsejaban. En algún caso encontraron Trichomonas y Leptospira, fue en tiempos de inundaciones, 2015-2016, cuando hubo animales que ingresaban desde los campos vecinos. En esos años, fuimos muy estrictos con los controles, prácticamente hemos hecho 7 raspajes por toro y cuando aparecía uno positivo, lo retirábamos e intensificábamos la inseminación artificial. Con esto, superamos la dificultad”, rememoró.
¿Y a futuro? “Nuestro plan es de largo plazo, el trabajo conjunto con el laboratorio y la colaboración del personal siguen siendo fundamentales. En sanidad lleva años empezar a ver mejoras y ya estamos encaminados para alcanzar las metas”, concluyó.
En pequeña escala
A
Andrés Notari cuenta con un campo en Santa Teresa, sur de Santa Fe, donde hace cría y recría de terneros británicos, hasta los 250kg, sobre 60 ha de alfalfa consociada con festuca y 50 ha de cañada con pastos de pobre calidad.
“Con mi papá, José, tenemos 150 madres. Él trabaja desde hace años con las vacas, pero hacía la sanidad justa, con las vacunas obligatorias. Yo arranqué hace 5 años, le compré una parte y le dedico medio tiempo a la actividad”, contó.
Pronto, tras advertir que había muchos abortos y terneros con diarreas, comenzó a informarse en la web del INTA y consultó al servicio técnico de CDV.
“Los muchachos del laboratorio nos visitaron y tomaron muestras. Recuerdo que era un año con pérdidas catastróficas, hicieron los análisis y las vacas dieron positivas a IBR. Ahí empezamos a meter vacunas, siempre con el ok de un veterinario, y el panorama cambió muchísimo, enseguida se notó”, aseguró.
Con este avance, el productor siguió ampliando la sanidad. “Contra leptospirosis, por ejemplo, tampoco se vacunaba, se incorporó y ahí dimos un gran salto. Mi papá tenía una preñez que no llegaba al 70% y la levantamos al 80-90% en poco tiempo”, reveló ¿Y con la sequía mantuvieron esos índices? “Contamos con la alfalfa que nos salvó, aunque hay que esperar al año que viene para ver los resultados del servicio, largamos los toros en octubre y los dejamos cuatro meses y medio con las vacas”, explicó.
Otro adelanto fue empezar a inmunizar a las vacas, antes de las pariciones, contra la diarrea de los terneros. “El primer año la situación mejoró muchísimo, pero ahora decayó, se ve que hubo más carga viral en el campo, renegamos mucho, habrá que seguir consultando”, planteó.
Para finalizar, Notari dejó un consejo basado en su breve experiencia. “Soy nuevo en ganadería y el primer año trabajé con la sanidad obligatoria, por desconocimiento, pero el que se quema con leche ve una vaca y llora. Aprendí que, si vacunamos a las madres, logramos más terneros”, concluyó.
Por: Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne